Celia. Interpretación de un tema del folklore

Nos acercamos por primera vez a temas del vastísimo Folklore Boliviano tomando como ejemplo la danza “Tinku”, con el debido respeto y sin querer entrar en definiciones y argumentaciones históricas, que corresponderían a personas estudiosas de los cantos y danzas populares de Boliva, nos quedamos con lo que nos puede llamar la atención a primera vista, esto es, con el carácter festivo, fuerte, insistente y hasta agresivo de los Tinkus.

La partitura, diríamos que original, podría ser la siguiente:



Jugando a experimentar con las nuevas herramientas que nos brinda internet, nos atrevemos a usar como experiencia piloto este video karaoke que bien podría ser modelo para trabajos pasados y futuros, con el ánimo de mostrar cómo suena la partitura publicada.




"Celia" es un tema pentatónico en Mi menor que carece, pues de los grados segundo y sexto de la escala diatónica, esto es, de las notas Fa sostenido y Do, que entre sus muchas partes fuertes podríamos destacar las dos últimas corcheas de cada uno de los compases 2 y 4, y de los equivalentes en la segunda parte, o sea, de los compases 8 y 10, en los que la letra diría “Celia”, además de los dos últimos compases, síncopa incluida, de cada parte.

INTERPRETACIÓN DE UN TEMA FOLKLÓRICO:

Cuerpos recién amados - H. Urruspuru

Si hay algo que quisiera decir,
antes de que la naturaleza me vuelva síntesis
(trazos de carbonilla),
es que amo, profundamente,
el olor de los cuerpos recién amados;
y la falta de orden en tu pelo y en tus gestos,
que quién sabe, de qué alturas vienen bajando...

Si hay algo que quisiera escribir
(dulce patrimonio de lo que es gemido)
(confesar)
es que soy un pintor y un músico fracasado
(sí)
sin embargo, la levedad azul de tu espalda en el cuarto,
es canción en cuerdas de acero
y un aguafuerte desmesurado;
y generan, el camino... demoradamente largo
de tus piernas desnudas que van,
de la cama perfumada al espejo del baño.

Naturaleza y síntesis, entonces. Carbonilla y trazos.
Quebrado amanecer de miel. Ruta solitaria.
Que seguramente no seré de ti, ni memoria de a ratos.

Pero hay,
hay algo que quisiera decir
(deliberada criatura de azúcar y cabellos despeinados);
y es, que amo... profundamente...
el olor de los cuerpos recién amados.



Aprovechando las posibilidades de comunicación que nos otorga internet y al hilo de un mensaje recibido en el capítulo dedicado al tema “Voy y vuelvo”, en el que se nos solicitaba agregar archivos de audio a las partituras publicadas, se nos ocurrió realizar un experimento, un divertimento que exponemos a continuación.

El poeta argentino y amigo, Urrus (H. Urruspuru), autor del blog http://elmaestrodellongbow.blogspot.com/ que nos permitimos el lujo de agregar entre nuestros sitios recomendados y donde encontramos joyas como “Cuerpos recién amados” que disfrutamos profundamente, en una lectura demoradamente íntima y sosegada, se ofreció a mostrarnos su visión particular en moxeño del tinku “Celia”, que hemos querido transcribir lo más fielmente posible y abordar así un análisis comparativo con el original ya expuesto.






Las diferencias son notorias en la base rítmica, sin afectar fundamentalmente a la melodía, la cual es casi fielmente respetada. Han sido extremadamente suavizadas las notas fuertes, casi percutidas del original utilizando algo muy parecido al picado-ligado que podríamos llamar, inventándonos en estos momentos el término, como picado-insinuado, recurso éste que debe tener nombre propio en música pero que desconocemos aunque es utilizado con bastante profusión.

Gráficamente podemos distinguir mejor los detalles.


Comparativa de los dos primeros compases.

El pentagrama de arriba es un fragmento del original y el de abajo es la representación gráfica aproximada de la interpretación que estamos estudiando.

En el primer compás, la versión folklórica realiza ataques decididos y fuertes sobre las notas Mi y Si que han sido suavizadas utilizando la técnica del picado-ligado, que se ejecuta usando la sílaba “Du” y manteniendo toda la duración de la nota, pero como ya dijimos, se trata de algo más suave que el picado-ligado, pudiendo incluso quedar como ligado, borrando por tanto, la percusión sobre la segunda nota Mi.

Aparece un adorno sobre la nota Re. El semitrino, o trino de una sola batida. En este caso, se ejecuta atacando la nota, para subir a la siguiente nota de la tonalidad “Mi” y volver a caer en la nota inicial. Requisito fundamental para la ejecución de este adorno en la quena es, por tratarse de un instrumento con agujeros grandes, tratar de hacer caer el dedo (yema o falange, según se emplee) de plano sobre el agujero, evitando así un posible “glisando” que se produciría si el dedo no tapa de golpe el agujero, sino poco a poco, a modo de pisada.

En el segundo compás vuelve a ocurrir algo similar puesto que se han unido las dos corcheas para formar una negra, eliminando una doble percusión fundamental en este tinku. En la segunda parte de este segundo compás, las notas Re y Si, también relevantes en el tema folklórico y que estarían cantando con vigor el nombre “Celia”, cambian sus figuras rítmicas acortando la primera de esas notas y anticipando la segunda para pasar a “decir” suavemente el nombre “Celia”, y esta es una de las varias razones por las que calificaríamos la interpretación como “intimista”.

Los compases 3 y 4 son respuesta a la primera frase y, respetando este criterio, son ejecutados bajo los mismos parámetros que los anteriores, con lo que queda cerrada la primera idea musical.


Compases 5 y 6.

En el quinto compás se utiliza un mordente, representado por una pequeña nota cruzada por un línea y que se debe ejecutar a toda velocidad, para caer posteriormente en la nota principal que, a su vez, ha sido ligada con la siguiente nota “Re”, eliminando así una nueva percusión. Tras la síncopa en “Sol”, se introduce, en este caso, el elemento mestizo, esto es, la nota “Fa sostenido” que hace salir momentáneamente a la obra de su pentatonismo. Salvando las distancias en el tiempo y en el espacio, éste es uno de los elementos profusamente analizados por los esposos D’Harcourt en su obra sobre la música de los Incas y que ya hemos tratado en el capítulo dedicado al Yaraví “Delirio”.

Termina este motivo con la “apoyatura” sobre la última nota “Mi”, en el sexto compás, pero por ser una apoyatura breve la hemos transcrito empleando la figura de la corchea y que viene a cumplir la función de demorar la acentuación que correspondería a la nota principal “Mi”.



En la segunda parte del Tinku, compases 7 al 12, volvemos a encontrarnos coherentemente con gran parte de lo visto hasta ahora. Hemos puesto tres pentagramas. En el primero tenemos el tema original y los dos siguientes pentagramas corresponden a cada una de las repeticiones de esta segunda parte que podemos así comparar en paralelo.

En el primero de estos compases se observa la eliminación de las síncopas en las corcheas sobre las notas “Si” y “Sol”. Este tipo de síncopas ya las conocemos y no hace falta subrayar que las encontramos repetidas veces en la música andina. Por lo tanto, de nuevo se suaviza el matiz marcadamente folklórico. Se aprovecha el sentido ascendente de la melodía para caer en el siguiente compás con algo más de vigor sobre la nota “Re” para volver a “decir” suavemente el nombre “Celia”. En el resto de compases se repite la tónica, el estilo y los elementos ya vistos con anterioridad para cerrar así el tema, salpicado de suaves semitrinos que le dan a la melodía un aire de lamento.

Todos estos elementos, apoyados en la ralentización del ritmo, la reverberación, la suavidad que supone el empleo del moxeño y ese silencio de fondo, producen la expresión de una visión radicalmente opuesta al tema original, que lejos de parecer una danza de vigor y lucha, más nos enmarcan en unas dulces palabras pronunciadas en la intimidad y cercanía necesaria para amar el olor de los cuerpos recién amados.

Muchísimas gracias, Urrus.